17.4.11

     Ya no distinguía muy bien si era de día o de noche. Hacia un poco más de un mes que la persiana de su habitación estaba rota, aplastada contra el paredón sin dejar pasar un mínimo filtro de luz. El ambiente era espeso, casi sólido; a pesar de estar seguro que afuera era un domingo de clima perfecto (perfecto para algunos claro está) se rehusaba a salir. No hoy, no esta tarde. No en ésta etapa.
     Seguía nutriéndose, mientras dejaba que partes de él se pudrieran por la necrosis, solo le interesaba mantenerse al rojo vivo. Asimilando y aprendiendo, expandiéndose al infinito nunca dejó de ser un mortal solitario. Tanto para decir, tanto para enseñar, pero encerrado en su propia cúpula con nadie que realmente quisiera escucharlo. La mejor solución era tratar de borrar los detalles y accidentes desfavorables, pero pertenecían al pasado, en su presente lo único que puede hacer es caminar sobre sus propios puentes. Solo una frase ganó, después de horas de lectura, suficiente para levantarse, y decidirse a actuar.

-"La felicidad no es felicidad si no se comparte"

Cuantas cosas no verán nunca la luz del sol?

9.4.11

Recopilaba material, sacaba de acá y de allá, sobre todo del comentario del de al lado. Claro está, no todos los comentarios son de los más lindos. Casualmente hoy se tocaron dos temas que hicieron que parara las orejas: uno relacionado literalmente, el otro solo en forma de metáfora. Tenes una bola de pelos con ojos marrones que parece y siempre te sonríe; es raro pensar en ese sentido extra en que cuando no te sale levantar la cabeza, otro viene y apoya la suya en tu pierna, te molesta con la trompa húmeda y helada, y no importa que hora sea, te mira fijo hasta que le des algunas palabras de aprobación. Es aun más lindo pensar como simpáticamente te asustas a oscuras mientras caminas y te chocas paredes, aunque suena un poco cruel. Ni hablar de que te despierten a la fuerza, lastimándote o dejándote un poco ciego (en una sola ocasión) pero con una masa de energía de afecto puro e incondicional que supera todo daño posible y lo transforma en una sonrisa de 3 horas. Como no me vas a asustar? Tenes 70 años... en realidad, un poco más, y si bien todo el mundo asegura seguridad yo sigo teniendo miedo. Monólogos que escuchar, broncas de las cuales esconderse sin dejar de asomar la cabeza, paseos en compañía, y en todo sinceridad y confianza. Y si eso desaparece no quiero buscar un reemplazo. No quiero que desaparezca tampoco. Perder el equilibrio es parte de todo , partiendo de una situación estática para terminar en otra situación estática distinta de la inicial... sin la transición nos quedamos en la nada, pero no se si quiero recorrer ese transito ahora. Familiar, amiga, hermana, compañera, loquesea, siempre es la primera en venir a recibirme después de mucho tiempo fuera de casa.
El otro tema, el no metafórico, va por el lado de la saturación, del respeto por uno mismo. Como ver el límite de cuando sí y cuando no? viéndolo de afuera (y tratar de hacerlo en el durante, no el después). Básicamente romper el equilibrio, perderlo, y perderlo y perderlo. A veces necesita perderlo para reaccionar, a veces yo necesitaría recuperarlo para no caer al vacío. Y ahora es cuando un monólogo me sirve, y sentir alguna que otra respiración pesada me tranquilizaría, y yo se que de última, abajo del escritorio el hueco no va a estar lleno de aire solamente. Entonces, si las cosas se rompen, cómo recuperamos el equilibrio? Que mi energía esté contigo, loma de burro andante.